miércoles, 28 de enero de 2009

inventario de mundos ficticios


Las suavidades del amor, las brutalidades de las palabras, los silencios del desamor, los gritos del vacío, los lugares comunes, las vidas comunes, las casas deshabitadas, las habitaciones desperdiciadas, los amores contrariados, las amistades perdidas, los pedidos que nunca voy a hacer, las muertes que soy, los cambios de piel que me cruzan, los tiempos desvanecidos, los relojes impávidos, los mares inconmensurables, las pasiones desmedidas, los cariños medidos, las cosas que fui perdiendo, los feroces miedos, las manos que me tocaron, las pieles que fui oliendo, la tuya por sobre toda las cosas de este mundo, los juegos de manos, los enojos sórdidos, las miserias que me comieron, las miserias que sigo siendo, las tristezas asfixiantes, los susurros de algunas noches, el color del recuerdo, los paisajes imposibles: escribo con una mano en el aire. a los recuerdo se los escribe caminando, como una grafía invisible que se desliza entre el espacio imperceptible del registro cotidiano, y la calidad fragmentada de las imágenes que se cuelan. se abre el tiempo: se produce una fractura, se cae la distancia, y ahí estamos: tengo 15, tengo 10, tengo 5.
Y entonces entro al tiempo, como se entra al mar, con la suavidad de las palabras como resguardo, con el salvajismo del lenguaje en la piel, con la desesperación del silencio en la lengua. entro y se lavan las costras de una piel rasgada: queda el mar royendo la distancia. entro para no oír, para no hablar, para tener más posibilidades: por dentro el mar te mira, por dentro el mar te absuelve, te permite, te cuida. y entonces: corro, corro a la otra orilla, del otro lado del mar, y del otro lado de mí

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