corriste a la playa para sentir
las horas de la costa, dejar el cansancio
del cuerpo tatuado en el suelo
el agua a través de tus piernas
y sentir miedo de esa fuerza
después la tarde serenó
el tiempo del cielo y el color en las caras.
Sacamos una foto para romper el hielo
pero yo ya pensaba todo lo que ahora pienso y el mar
el mar está enfrente
no podías dormir sabiendo que estaba tan cerca
del balcón sentías el viento salado y la playa sola
querías ver bruma algas Todo, la mañana la tarde la noche
en una foto, que se pueda captar en una sola toma.
El niño gritó y sabías que no íbamos a salir a comer.
Siempre las invitaciones como proyectos de una película ambiciosa.
María Paz Levinson, en el libro: Un catálogo de todo lo que hay.
sábado, 22 de marzo de 2008
martes, 4 de marzo de 2008
Dos
hambriento el mar
ha tragado una rosa
y ha cerrado su manto
urdiendo con la piedra
un ataúd
erecta en la garganta
ha persistido ella
sin embargo
dislexia de los sueños
la desmemoria encubre
la blanca oquedad
de la conciencia
evade las zonas quejumbrosas
desoye
inventa la tiniebla falaz
que persevera
entre los hemisferios
desmembrado de la luz
el hombre
rememora jirones
y no hay dónde albergar
la permanencia
De Ana Guillot, Los posibles espacios.
ha tragado una rosa
y ha cerrado su manto
urdiendo con la piedra
un ataúd
erecta en la garganta
ha persistido ella
sin embargo
dislexia de los sueños
la desmemoria encubre
la blanca oquedad
de la conciencia
evade las zonas quejumbrosas
desoye
inventa la tiniebla falaz
que persevera
entre los hemisferios
desmembrado de la luz
el hombre
rememora jirones
y no hay dónde albergar
la permanencia
De Ana Guillot, Los posibles espacios.
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