miércoles, 26 de septiembre de 2007

Otra canción

(gracias a mi mamá que la tradujo, Sting hace una versión preciosa)

Los molinos de viento de tu mente
Letra: Noel Harrison


Redondo como un círculo en un espiral
como una rueda dentro de otra rueda
sin fín y sin comienzo en una bobina que siempre gira
como una bola de nieve bajando por la montaña o un globo de carnaval
como un carrusel que gira, gira, alrededor de la luna
como un reloj cuyas manos pasan ligeramente por los minutos de su faz
y el mundo es como una manzana girando silenciosamente en el espacio
como los círculos que se encuentran
en los molinos de viento de tu mente

como un túnel que uno sigue hacia su propio túnel
bajando por un hueco a una caverna donde el sol nunca brilló
como una puerta que gira en un sueño olvidado a medias
como murmullos de una piedra que alguien tira a un arroyo
como un reloj cuyas manos pasan ligeramente por los minutos de su faz
y el mundo es como una manzana girando silenciosamente en el espacio
como los circulos que se encuentran
en los molinos de viento de tu mente

Llaves que tintinean en tu bolsillo
palabras discordes en tu cabeza
¿Por qué terminó tan pronto el verano?
¿Acaso fue algo que dije?
Amantes que caminan por la costa
dejando sus huellas en la arena
¿Acaso el sonido de tambores distantes... eran sólo los dedos de tu mano?
Cuadros colgados en un pasillo
o un fragmento de una canción
nombres y caras apenas recordadas
pero, ¿a quién le pertenecen?
Cuando supiste que todo había acabado...
¿Te diste cuenta de repente..
que las hojas de otoño se estaban convirtiendo
en el color de su cabello?

Como un círculo en un espiral
como una rueda dentro de una rueda
sin fín y sin comienzo
en una bobina que siempre gira
mientras las imágenes se desenvuelven
como los círculos que se encuentran
en los molinos de viento de tu mente

sábado, 22 de septiembre de 2007

Estuvimos en Amor







Arriba: Meli proyectada sobre la pared... Abajo de Meli: mi perra Gala, también proyectada en la pared (hermosa mi nena), después viene Caro, mi amiga poeta, que con sus poesías me mata el corazón, y sus dos hijas, Ana y Josefina, y, además, Mora y Francisca, todas princesas. Y, en la última foto, mi amigo Adri, y yo, leyendo cartas de amor, las cartas de amor más luminosas que me han escrito.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Dos más de Brecht

Jamás, ma soeur, te he amado tanto


Jamás, ma soeur, te he amado tanto
como cuando me fui de ti en aquel crepúsculo.
Me engulló el bosque, el bosque azul, ma soeur,
sobre el que los pálidos astros quedaban para siempre ya al
oeste.

No me reí ni lo más mínimo, nada nada, ma soeur,
yo, que jugando me dirigía a mi oscuro destino -
mientras que ya los rostros tras de mí
lentos palidecían en el atardecer del bosque azul.

Todo fue hermoso en aquella tarde única, ma soeur,
y nunca más después; tampoco antes -
claro que sólo me quedaban ya los grandes pájaros
que al atardecer tienen hambre en el oscuro cielo.


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El primer soneto

Cuando en su momento nos dividimos en TÚ y YO
y nuestras camas estaba AQUÍ y ALLÍ,
designamos una palabra insignificante
para que significara: estoy tocándote.

No parece que consuele decir algo así,
pues el tacto mismo es insustituible,
pero "ella" al menos se hizo tan invulnerable
y protegida como un objeto empañado.

Quedó adjudicada y retirada, sin embargo,
no podía usarse y, aún así, seguía estando presente,
no estaba allí, pero no se había ido

y cuando había gente extraña a nuestro alrededor
usábamos a menudo esa palabra
y de inmediato sabíamos que nos amábamos.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Dos de Ungaretti

Mañana (Santa María La Longa, 26 de enero de 1917)

Me ilumino
de inmenso

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Junio (Campolongo, 5 de julio de 1917)

Cuando
se me muera
esta noche
y como otro
pueda mirarla
y me adormezca
al rumor
de las olas
que terminan
de enrollarse
a la cinta de acacias
de mi casa


Cuando me despierte
en tu cuerpo
que se modula
como la voz del ruiseñor


Se extenúa
como el color
reluciente
del grano maduro


En la transparencia
del agua
el oro de seda
de tu piel
se encarnecerá de moreno


Librada
de las lajas
sonoras
del aire serás
como un pantera


A los cortes
móviles
de la sombra
te deshojarás


Rugiendo
muda en
aquél polvo
me sofocarás


Después
entornarás los párpados


Veremos nuestro amor reclinarse
como tarde


Después veré
serenado
en el horizonte de alquitrán
de tus iris morirme
las pupilas


Ahora
el sereno está cerrado
como a esta hora
en mi país de África
los jazmines.


He perdido el sueño


Oscilo
a orillas de un camino
como una luciérnaga


¿Se me morirá esta noche?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Un destello de Artaud

Sobre el cristal de su espirítu, la armadura susurrante del cielo traza siempre los mismos signos amorosos, las mismas cordiales correspondencias que tal vez podrían salvarlo de ser hombre, si consintiera en salvarse del amor.Es necesario que ceda. Ya no aguantará. Cede. Ese burbujeo melódico lo apura. Su sexo late: un viento atormentador murmura, y su ruido es más alto que el cielo. El río arrastra cadáveres de mujeres. ¿Se trata de Ofelia, Beatriz, Laura? No, tinta, no, viento, no, cañas, riberas, orillas, espuma, copos. Basta de barreras. Con su deseo, Abelardo se armó una barrera. En la confluencia del empuje atroz y melódico. La arrastrada y trasportada es Eloísa, su Eloísa, Y QUE ES ESO LO QUE QUIERE.



Fragmento de El claro Abelardo, en El arte y la muerte, A. Artaud.

martes, 11 de septiembre de 2007

Barthes y sus fragmentos amorosos

El cuerpo del otro.

CUERPO. Todo pensamiento, toda emoción, todo interés suscitados por el cuerpo amado.

1.
Su cuerpo estaba dividido: por una parte, su cuerpo propio -su piel, sus ojos-, tierno, cálido, y, por la otra, su voz, breve, contenida, sujeta a accesos de distanciamiento, su voz, que no daba lo que daba su cuerpo. O incluso: por un lado, su cuerpo mullido, tibio, justamente suave, afelpado, jugando con la timidez, y, por el otro, su voz -la voz, siempre la voz- sonora, bien formada, mundana, etc.

2.
A veces una idea se apodera de mí: me pongo a escrutar largamente el cuerpo amado (como el narrador antes el sueño de Albertina). Escrutar quiere decir explorar: exploro el cuerpo del otro como si quisiera ver lo que tiene dentro, como si la causa mecánica de mi deseo estuviera en el cuerpo adverso (soy parecido a esos chiquillos que desmontan un despertador para saber qué es el tiempo). Esta operación se realiza de una manera fría y asombrada; estoy calmo, atento, como si me encontrara ante un insecto extraño del que bruscamente ya no tengo miedo. Algunas partes del cuerpo son particularmente apropiadas para esta observación: las pestañas, las uñas, el nacimiento de los cabellos, los objetos muy parciales. Es evidente que estoy entonces en vías de fetichizar a un muerto. La prueba de ello es que, si el cuerpo que yo escruto sale de su inercia, si se pone a hacer algo, mi deseo cambia; si, por ejemplo, veo al otro pensar, mi deseo cesa de ser perverso, vuelve a hacerse imaginario, y regreso a una Imagen, a un Todo: una vez más, amo.
Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Auster también escribe poemas

Credo.


Las infinitas

cosas diminutas. Por una vez
respirar tan sólo
a la luz

de las infinitas

cosas diminutas
que nos rodean. O nada
logra romper

la atracción de esta oscuridad, el ojo
descubrirá que no somos
sino aquello que nos ha hecho
menos de lo que somos. No decir nada. Decir:
nuestras propias vidas

dependen de ello.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Los poemas de amor de B. Brecht

Quiero ir con aquél a quien amo.

Quiero ir con aquél a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.

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Para leer por la mañana y por la noche.

Aquél a quien amo
me ha dicho
que me necesita.

Por eso
cuido de mí,
me fijo en mi camino y
de cada gota de lluvia temo
que me pueda matar.